lunes, 24 de agosto de 2015

UN SENTIMIENTO LLAMADO AMOR

Estaba cayendo la noche cuando entre a mi Facebook y vi la solicitud de amistad, pensé en rechazar pero luego sin seguir di clic en aceptar, hola, fue lo primero que me escribió, yo respondí sin dudar, era evidente que ya me había atrapado.

Pasaron los minutos y seguimos conversando, su forma de escribir me había cautivado, no habían pasado ni 10 minutos y ya me sentía absorta en su mundo, en su forma de escribir, de expresarse a través de algo tan banal como esta red social, no paraba de ver sus fotos, cada una sin parpadear, simplemente caí de cabeza en esa magia que me regaló su imagen y esos escasos minutos de conversación.

Enero de 2011, no recuerdo el día, ni la hora, solo que a mi vida ese mes llegó la luz que necesitaba, la sonrisa que anhelaba, la mirada que esperaba; algo que surgió de la nada, de una simple invitación, de una red social, de un hola y un pequeño diálogo. Así empezó esto, una aventura que no vi venir, un sube y baja de emociones que jamás creí sentir, una enorme ilusión llena de expectativas, anhelos, sueños, alegrías y algunas tristezas.

¿Cómo empezar por describir algo que se ve tan sencillo pero a la vez es tan complejo? eso que nos emociona hasta las venas y enloquece los sentidos, que nos coloca colorados al tener a quien nos gusta de frente, eso que nos compromete fielmente a llevar el romanticismo como maleta permanente de por si acasos,  ¿cómo darles un perfil de algo que me apasiona y me sumerge en mi imaginación dándome lo mejor para escribir?

Empezaré desde mi experiencia, y es que no creía que un sentimiento tan verdadero pudiera existir, ni siquiera la presencia de ese ángel que llamamos cupido, pensé que tan solo eran teorías absurdas e infantiles para sobrellevar ciertos fracasos con diferentes personas, pensaba que solo era una excusa para apegarse a alguien y ser un mortal más.

Pues no, estaba equivocada, sí, existe y más que existir, se vive, es como un bebé al que hay que cuidar, al que hay que darle tetero cada mañana, cada tarde y cada noche para que no muera de hambre, para que se nutra de las mejores vitaminas, para que sobreviva. Tal cual, así es el amor, un sentimiento que no se puede descuidar, al que hay que llenarlo de detalles, de motivos, de alegrías, de momentos, incluso de tristezas porque de estas aprendemos.

Es algo inimaginable, una nube abstracta cargada de cosas bonitas, de sueños en conjunto, de proyectos fijados, de alegría infinita, de ternura y delicadeza, de nobleza al límite, de aprendizaje eterno, con el amor se entiende que el orgullo no es bueno, que los celos en exceso matan, que la falta de detalles, de una rosa, de un chocolate, de un buenos días acaban con la pasión de sentirlo en el corazón.

Es sentir en tus piernas ese temblor absurdo cuando tienes de frente a esa persona, es sudar porque no sabes cómo decirle que amas como nadie, es sentir ese malestar en el estómago cuando tienes una sorpresa para dar, es correr porque necesita algo, así sea solo un helado, es llenarte de valentía para enfrentar las personas que quieran dañarles, es conocerte a ti mismo, porque saca lo mejor de tu ser, es esa bella enfermedad que recubre tu cuerpo de sensaciones y pone a tu alma a volar, tan libre como siempre quisiste.

El amor es tan bueno, que cuando lo pierdes sufres, porque sabes lo que vale, lo que hizo por ti, lo que es capaz de hacer en tu vida, es tan perfecto, que cuando te levantas cada mañana el sol siempre brilla, aun si está con nubes de lluvia, el amor es todo lo que puedes esperar sentir cuando encuentras la persona ideal, la que con una sonrisa alegra tus días, la que con una llamada acelera tu corazón, aquella que con solo cogerte la mano hace que sientas el mundo a tus pies.

El amor es eso que experimentas y al que debes sacarle lo mejor cuando llega, porque de él aprendes todo el tiempo, es capaz de llevarte al límite de las emociones, y es ahí, justo ahí, cuando naces otra vez.

El amor es lo que hoy siento en mi vida, lo que me sorprende en las mañanas con un nuevo amanecer, lo que me regala en las noches un sueño placentero, lo que me desborda en cada sentimiento, lo que hoy, desde aquel enero, he cultivado por casi  cuatro años, a pesar de los bajones, de los tropiezos, de las lágrimas, de las distancias, es algo por lo que sigo luchando y por lo que me sigo inspirando, pues éste es el don más bello que Dios nos regaló. 

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