La Malicia indígena es
eso a lo que llamamos talento, un don o capacidad que todos los seres humanos adquirimos
con el paso del tiempo y a través de diferentes experiencias en donde el más
vivo es el que gana. Esta se usa para sacar provecho o ventaja de situaciones
adversas y generalmente va acompañada de pequeñas mentiras piadosas, sutiles e
improvisadas, para engañar y justificar actos de manera rápida y ciertamente creíble.
Aunque en todo el
mundo se usa, desde la china hasta Guatemala, los expertos en el tema dicen ser
los colombianos, y es que aquí en nuestra tierra se maneja esa agilidad mental
para usar el error del otro como un acierto a favor y resolver cualquier
situación, que puede ser desde una negociación importante hasta aprovechar el
despiste del profesor para sacar el chancuco y darse la ayudita en el examen.
Sin embargo, y a
pesar de todas las particularidades con las que nos llaman a nivel mundial como
charlatanes, ventajosos, vivaces, perspicaces, astutos y demás, se ha ido
perdiendo esa chispita picara y maliciosa que nos ayuda a solucionar problemas que
a diario se presentan, así lo revelan los resultados de las pruebas PISA
(Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) a cargo de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) quienes
evaluaron a 85.000 mil jóvenes de 15 años en 44 países.
La prueba se basaba
en resolver problemas cotidianos prácticos de la vida y, de manera inesperada,
Colombia quedó en el puesto 399, es decir el último de la lista. Esto nos lleva
a replantearnos esa malicia indígena que nos caracteriza y preguntarnos ¿realmente la usamos de manera adecuada?, si
bien es cierto somos los pioneros en mentir y sacar provecho de toda situación
pero tristemente asociado siempre a causar daño o herir a los demás, pues no es
en vano que seamos el país que mejor diseña estrategias para transportar
mercancía ilegal a nivel mundial o que nos reconozcan en otros países por ser
ladrones agiles y astutos, cosa que se ha ganado a pulso y que diariamente se
ve en los noticieros, muchas veces hasta nos parece gracioso y salen frases
como “ahí estamos pintados” o “eso mejor que roben por allá y no acá, porque
uno bien pelao”.
Lastimosamente los
colombianos tenemos el chip diseñado para hacer daño y trabajar constantemente
en la debilidad del otro y no usamos esa perspicacia para crear unión y ayudar
al prójimo, la malicia indígena no es necesariamente mala o buena, esta depende
de cómo la usemos y la nuestra claramente está dirigida de manera egocéntrica y
fatal.
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