martes, 6 de octubre de 2015

ABUSO INFANTIL, UNA BRECHA AL INFIERNO

“A la primera señal del amanecer me excitaba. Obligaba a la niña a tener sexo conmigo y ponía mis manos alrededor de su garganta. Cuando el sol salía la estrangulaba. Solo era bueno si podía ver sus ojos. […] Nunca maté a nadie de noche. Habría sido un desperdicio en la oscuridad, tenía que verlas a la luz del día. Había un momento divino cuando ponía mis manos alrededor del cuello de las niñas y observaba cómo se iba apagando la luz de sus ojos

En Colombia el maltrato infantil es tan aterrador que por este mismo hecho dejamos que pase desapercibido hasta el punto que se convierte en pan de cada día para una sociedad costumbrista y conformista.

En nuestro país las víctimas no son atendidas a tiempo, no son escuchadas y por esta razón muchos prefieren callar y llevar dentro de sus almas esa condena con la que cargarán el resto de sus vidas, niños y niñas inocentes que se vuelven presa fácil para predadores como el caso de Pedro Alonso López, un asesino y violador en serie a quien también desde muy pequeño su cuerpo sirvió de entretenimiento a muchos adultos y pedófilos sin escrúpulos.

A sus cortos ocho años de edad, Pedro Alonso López sufría la infamia de las calles, la vida desmoralizante y macabra que éstas ofrecen, esa en donde sobrevivir era cuestión de ser el más fuerte. Creció en extrema pobreza en el departamento del Tolima, con una familia donde el padre no existía y la madre se prostituía delante de sus hijos y además maltrataba, desarrollando así en su personalidad un gusto por el sexo y la mala vida, orientación que lo llevó a ser expulsado de su hogar por manosear los senos de la más pequeña de sus hermanas.

En Colombia entre el 7 y el 8% de los niños son víctimas recurrentes de maltrato infantil; en Estados Unidos esa cifra está entre el 1 y el 2%. A diario el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) recibe alrededor de 45 casos de menores maltratados. Estas cifras son espeluznantes si se tiene en cuenta que muchas de estos casos no son denunciados y por el contrario estos niños ultrajados crean en su interior un trauma que, a corto o mediano plazo, podrían desembocar en un delincuente peligroso para la humanidad.

El Monstruo de los Andes como fue llamado por la ruta en particular que usó para escoger a sus víctimas, tenía en sus entrañas un ser malvado y lleno de odio, uno que solo podía destilar venganza por su piel, al que su mente maltrecha y con traumas dominaba por completo, un ser que solo podría llegar a ser detenido con la muerte.

Ecuador, Perú y por supuesto Colombia, sufrieron la atemorizante presencia de este hombre que se hacía pasar por méndigo y caminaba las calles inadvertido por los demás pero con una sed incansable de asechar jóvenes inocentes y de escasos recursos a las que les truncaría sus sueños y, sobre todo, el deseo de vivir.

Numerosos fueron los asesinatos que este hombre cometió en su larga y agitada carrera criminal, parecía no cansarse de hacerlo, su corazón dañado y su mente distorsionada por su pasado eran el aliciente más poderoso que tenía, y aunque cayó preso en repetidas ocasiones, siempre lograba quedar en libertad, listo para seguir sus andanzas y seguir saciando ese deseo de venganza. 

Pero, ¿Por qué castigar los demás cuando por el contrario debería sentir compasión por aquellos inocentes y no hacerles sufrir lo mismo?

La directora ejecutiva de la Asociación Afecto, y médica psiquiatra con una larga trayectoria en el tema de maltrato infantil, Isabel Cuadros, hace énfasis en que la falta de atención a los menores que han sido maltratados o abusados en un futuro serán una enorme carga no solo para el sector de la salud sino para todo aquel que se les cruce en el camino pues tendrán que enfrentarse a pacientes y personas con profundos trastornos mentales; como es el caso del Monstruo de los Andes.

Pedro Alonso encontraba en las niñas que violaba y posteriormente mataba, una sensación de calma al desahogar con ellas ese sentimiento de tristeza y dolor al recordar esa inocencia que injustamente le fue robada, Él veía en ellas una manera de desquitarse de sus agresores, además, representaban esa figura femenina que tanto le hizo daño, en este caso por el maltrato que recibía de su madre.

Para la Doctora Cuadros “Colombia es un país de personas traumatizadas” por la violencia de género, el conflicto armado, el abuso sexual, el maltrato infantil, porque simplemente no se está teniendo en cuenta de una manera seria a las víctimas, y lo que es peor que estas en su mayoría sean niños.

“Un niño que haya sido víctima de violencia doméstica tiene ocho veces más probabilidades de sufrir violencia doméstica cuando sea adulto”.

Pedro Alonso López fue uno de los tantos que no fue escuchado, que creció con temores, con una llaga que quemaba su corazón y cansado de esta injusticia fue construyendo poco a poco y sin pensarlo, un hombre dominante, manipulador, malvado, lleno de rencor hacia una sociedad que solo supo rechazarlo, el destino no le jugó la mejor partida, y este constante abuso lo llevó a ser el causante de más de 300 muertes, niñas entre los 8 y 16 años a quienes violaba y mataba sin piedad, sintiendo de manera exacerbada ese sufrimiento que terminaría en placer al lograr ver ese anhelado rayo de luz a través de los ojos desvanecidos de un cuerpo sin vida.

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